jueves, 14 de mayo de 2015

1.

— Eres acusado por uno de los delitos más grandes en el mundo, tú sabes cuan penado es este asunto, así que asumiras las consecuencias si te declaras...

— Culpable, por supuesto — Respondió con descaro en soldado rubio con cabellos dorados, ojos azules que seguían mirando valientes  Hoffman que aún le miraba átonito a su respuesta, siempre tan directo e irresponsable.

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— No puedo creer que te hayas acostado con él — Se rió mi compañera de cuarto que a la vez me lanzaba una bola de papel, también reí recostada en una de las camas de la litera que compatíamos.

— No me acosté con él — Respondí regresando la bola de papel a donde ella estaba.

— Ahá, claro y yo soy buenísima en las ciencias. Oye, te estás tirando al más inteligente del barco. ¡Ve el lado positivio, te creara un robot en tu nombre! —

— No me lo estoy tirando, entiende. Es solo mi amigo —

— Con el que follas intensamente —

— ¡Basta, Aida! — Exclamé lanzando el cojín que parecía más bien una piedra. Ella lo esquivó, justo cuando estaba por embestirme con sus ataques, el susodicho entró de pronto, haciendo que mi amiga saliera como cañón de la habitación.

— Y bien —

— Eres una indiscreta —

— Yo no soy quien chupetea, ¡eres tú! ¡IDIOTA! — Volví a gritar al tiempo mismo que él aferraba sus manos contra mi. Mierda, estaba perdida. — Boba — Susurró y me besó.